Hay días en los que me levanto deseando que sea el verano pasado. Antes de despertarme cierro los ojos muy muy fuerte con la ilusión de que, de repente, me levante a tu lado porque sí. Y sé que no va a pasar, pero así al menos si me vuelvo a dormir puedo volver a soñar con ese nosotros en pretérito perfecto simple.
Hoy es un día gris y parece que esta puta mierda de lluvia
me ha hecho acordarme de tus tonterías, de cómo me hacías reír y cómo ponías
esa cara de idiota cuando te decía que te quería. Y este fin de semana te lo
volví a decir pero esa cara estaba muerta. Y no entiendo por qué. Que sé que me
echas de menos y tu sabes que yo a ti. Que sólo me apetece que lluevan mil
diluvios si hace falta, pero que estemos tú y yo debajo de ellos.
Se nos han acabado las palabras. Y ahora te toca repetir
“olvídale” hasta que te creas que has podido llegar a hacerlo, y puede que lo
consigas. Y sé que quieres conseguirlo y cada vez que lo pienso es como si me
cayera en medio de esta lluvia y tú no me ayudases a levantarme. Me gusta
pensar en lo fácil que podría ser todo si lo quisiéramos, si nos dejásemos de
tonterías e hiciésemos lo que se nos daba tan jodidamente bien: querernos.
Hoy llueve y me acuerdo de ti. Hoy te echo de menos. Hoy me
gustaría que estuviéramos juntos. Desde que te ví he querido que estemos
juntos.
Espero que estés bien. Y que sepas que por mucho que llueva,
por mucho que no sepamos nada el uno del otro y por mucho que pase el
tiempo, aquí estaré.
¿Ese era el plan, no?
¿Ese era el plan, no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario