Fiestas en residencias universitarias, alcohol en todas las mesas, camas, armarios... La alarma de incendios tapada con un calcetin...O directamente en casa de amigos de allí, olvidando Madrid por unos segundos e inundandome en una pasajera ensoñación durante varios días, un trance muchísimo más que deseable por cualquiera que no tenga dos dedos de frente...
Cocktails por el Soho, risas en Piccadilly a las 6 de la mañana, aún ebrios de alcohol, risas y ganas de que no se acabe la noche, buscando un taxi que no aparece, que parece que no existe o que simplemente, como siempre, va ocupado...
Solo han pasado unos meses desde que me perdí en las infinitas posibilidades de esta ciudad, y creo que es el momento perfecto para volver a hacerlo.
escribes genial tio, sigue asi
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